Cuaderno de reflexiones matinales: La Voz del Alma

La Voz del Alma

Hay un silencio que vale más que mil palabras. Un silencio que no viene de afuera, sino desde lo más profundo del ser. Quien se ha acostumbrado a escuchar solo el ruido del mundo —las voces de los otros, los juicios, las expectativas ajenas— corre el riesgo de convertirse en un extraño dentro de sí mismo.

Muchos se angustian por no saber qué piensan los demás. Se sienten inseguros frente a la mirada de un extraño, intentan adivinar los deseos escondidos en los gestos del prójimo, y viven prisioneros en un teatro donde el otro es el juez y el alma, el reo.

Pero he aquí el paradoja: rara vez esa inquietud genera una infelicidad verdadera. Es incómoda, sí, pero pasajera. Es como el viento en las hojas —ruidoso, pero no duradero. La infelicidad auténtica, profunda, duradera, brota de otro lugar: de la negligencia con la propia alma.

El alma… esa viajera silenciosa, que nos acompaña desde antes del primer llanto, y que conoce los caminos del ser más que cualquier libro o maestro. Ella se mueve, ella susurra, ella pide atención. Pero, ¿cuántos la escuchan?
El hombre que no contempla el movimiento de su alma —sus deseos legítimos, sus heridas, su vocación— será como aquel que camina de noche con los ojos vendados. Puede parecer que avanza, pero tropieza en el mismo lugar.

La felicidad, o algo cercano a ella, tal vez no esté en saber qué piensan los demás, ni en corresponder a sus imágenes. Se revela cuando nos volvemos íntimos de nuestro propio ser. Cuando miramos hacia adentro y reconocemos, sin miedo, lo que allí pulsa: luz, sombra, contradicción, verdad.

Escucha, entonces, tu corazón. Observa tus pensamientos como quien observa un río. No juzgues, solo mira. Pues solo aquel que aprende a dialogar con su propia alma podrá, algún día, escuchar el silencio del mundo sin perderse en él.

 

Guillermo G González 
Astrologia Psicológica – Terapia Floral 
Tel:+5511 999926642