Cuaderno de reflexiones matinales: Entre mundos: el sueño como territorio sagrado

Entre mundos: el sueño como territorio sagrado

Hay pueblos para quienes el sueño no es una pausa, sino una travesía.
Para los Yanomami, soñar es una forma de habitar otras dimensiones —
no como metáfora, sino como una realidad tan concreta como la selva que los rodea.

Mientras el cuerpo descansa en la hamaca, el espíritu-imagen se aligera, se desprende, recorre senderos invisibles.
Va al encuentro de parientes que ya partieron, camina por lugares nunca antes pisados, vuelve sobre el día desde otros ángulos, más sutiles, más amplios.
Y todo eso no es ilusión, sino vida en otro compás, vida en tiempo de sueño.

Esa concepción cambia todo.
En la vigilia de Occidente, el sueño es apenas un desecho o un residuo —
una descarga de la mente o el ruido del inconsciente.
Pero en la sabiduría de los pueblos del monte, el sueño es escuela, mensaje, llamado.
Lo que ahí se vive puede transformar el destino de quien sueña —
y hasta de toda la comunidad.

La noche, entonces, no es descanso, sino otro campo de acción.
Y el día, con su luz objetiva, es apenas una de las caras de la realidad.

La forma en que un pueblo concibe lo real moldea su ética, su medicina, sus rituales, sus palabras y hasta sus silencios.
Quien cree que solo existe lo que se puede medir, mutila la mitad del misterio.
Pero quien camina entre mundos, aprende también a escuchar lo que no se dice.

Por eso los Yanomami sueñan con el mundo — y tal vez por eso el mundo todavía sueña con ellos.
En tiempos donde se pierde el sentido y se empobrece lo simbólico,
volver a la sabiduría del sueño tal vez sea un gesto de curación ancestral.

Porque donde el sueño es verdad, el alma respira.
Y donde el alma respira, el mundo vuelve a encontrar su corazón.

 

Guillermo G González 
Astrologia Psicológica – Terapia Floral 
Tel:+5511 999926642