La integridad de seguir siendo quien se es

La cultura, la familia, el marco social con sus pautas y leyes forman en nosotros la idea que somos “fulano de tal” con DNI, CBU, etc, etc… que nos mantiene atados al tejido social, al palco grupal, a la sociedad “civilizada” en la que vivimos.

¿Cuántas horas de nuestras vidas de vigilia dedicamos a mantener esa “conexión” social?

Hagamos la cuenta… de las 16 hs en las que estamos “despiertos”… 8 o 10 hs son de trabajo. De las 6 horas restantes, unas 2 o 3 se van en los cuidados del cuerpo, higiene y alimentación con todas las actividades relacionadas a ellas.

La diferencia del progreso, ya sea material, espiritual, de conciencia, profesional, etc. lo hará la forma en que la persona pueda invertir esas 3 hs diarias de las que más o menos dispone.

Imaginemos que alguien mire televisión 2 hs… un juego de fútbol por ejemplo… allí compromete dos tercios del tiempo que podría invertir para su crecimiento… y lo más probable es que la persona después de hacer esa actividad “recreativa”… no tenga la disciplina de poner su fuerza de voluntad para leer 60 minutos o ver un video instructivo.

Las distracciones que nos ofrece esta sociedad son tantas que acabamos entregando ese tiempo valioso de nuestro desarrollo para actividades que no nos aseguran la realización y sí solo cierto bienestar temporario.

De esta forma las amarras “invisibles” que nos mantienen firmemente conectados con el “rictus” social alimentan día a día, una sutil esclavitud… ¿no?

Todo aquello que afirme el casamiento inconsciente con la sociedad y sus ritos automáticos de permanencia en ella va en contra del desarrollo de la individualidad con la que somos agraciados desde el nacimiento.

¿Por qué hermanos gemelos y univitelinos, o sea idénticos perfectos, son diferentes en el modo de actuar? Eso demuestra que aunque tengamos un cuerpo idéntico con alguien, hay algo en cada uno que nos diferencia del otro.

Venimos como seres individuales, pero la cultura nos impone danzar al ritmo de la masificación… la presión externa es tal que nos deja sin tiempo para el progreso individual, el progreso individual real… no aquél que nos dicen y que tiende a confundirnos con el progreso profesional!!

La sociedad cosifica, mide, tabula, precifica y todo tiene que tener una utilidad concreta…. En cambio, el proceso de nuestro desenvolvimiento individual no es utilitarista, no mide la vida a corto plazo, no cosifica, no encajona, no limita, no estructura… más bien todo lo contrario: libera, amplía, desdibuja los límites y las limitaciones… propicia la creatividad y por tanto es impredecible!!

Entonces: ¿seguimos siendo los mismos del DNI?… ¿Vamos a dejar que el CBU nos encajone?… ¿Somos quien estamos?…. ¿Nuestro estar revela quién somos verdaderamente?

¿Qué tiempo le dedicamos a pensar/sentir quién somos más allá de nuestras “formalidades” sociales?

Muchas de las angustias existenciales vienen por la ausencia de ese tiempo para uno mismo, si no somos nosotros que nos damos ese “permiso”, ese tiempo-vivencia para el crecimiento íntimo… ¿quién nos lo dará?

¿Sigo con la mecanicidad del rictus social, o hago un stop diario de 10 minutos aunque sea para dedicar a lo esencial?

Sin yoga, sin meditación, sin oración, sin reflexión, sin ocio creativo como dice Domenico De Masi… Difícil dejar de ser un engranaje de carne y huesos!!