Lo real
Había en nosotros la memoria de un origen olvidado —
no recordábamos de dónde veníamos,
pero sentíamos el desasosiego de no ser completos.
Todo alrededor conspiraba para distraernos de la esencia:
los ruidos, los nombres, los espejos.
A eso lo llamaban vida, pero era apenas un eco lejano del alma.
Vinimos con un propósito — de eso estoy seguro —
pero nos volvimos extraños a nuestro propio destino,
fugitivos de la forma, exiliados de nosotros mismos.
Cambiamos el camino interior
por pasillos laberínticos de apariencias y ruidos.
Algunos, como sombras de los antiguos,
todavía saben escuchar el susurro de lo real.
Ellos no se resisten: fluyen.
No se imponen: danzan.
Porque sabían — como los antiguos —
que vivir es despojarse de las imposturas
y dejarse ser, al fin, eso que siempre fuimos.